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Por qué no hubo festival en 2013

16-12-2013 - Jordi Iñesta | @inesta23

Por qué no hubo festival en 2013

Bitácora | Reseña


Consideramos importante dar cuenta en esta bitácora no sólo de los proyectos exitosos de Pixelatl, sino también de aquellos que no resultaron como esperábamos. Por eso reportamos, por ejemplo, los problemas del proyecto Frame by Frame (puedes ver la reseña aquí); o también la situación que nos llevó a cerrar el blog Pixelatl (puedes ver la explicación aquí).

En este artículo queremos dejar constancia de las circunstancias que nos impidieron realizar el festival 2013, y que estuvieron a punto de hacer desaparecer a Pixelatl.

Ese año fue muy difícil: ninguno de los proyectos que emprendimos funcionó como lo concebimos, y en algunos casos de plano no pudimos realizarlos. Movimenta no obtuvo los apoyos de las universidades y las instancias de gobierno que en un principio lo impulsaban. Fronteras no avanzó porque se topó con la corrupción de las instituciones que iban a apoyarlo (para seguir los trámites dijeron que les íbamos a tener que dar 40% del presupuesto como comisión), y por eso todo se quedó en el piloto. En Frame by Frame confiamos en los organizadores de la Feria Mundial del Cine, que simplemente nos defraudaron. Y en el caso de Artistas al Cubo, tanto la creadora del proyecto como nosotros que le habíamos ayudado a concebirlo y gestionarlo, fuimos echados fuera por la persona encargada de resguardar los cubos, para presentarlo como “su” proyecto y capitalizarlo políticamente... (Puedes ver una reseña de Artistas al Cubo aquí).

En el caso del Festival, fueron varias las razones por las que no pudo realizarse en 2013, y hay que decir que en parte se debió al modelo como lo concebimos originalmente.

Ya hemos dicho que al inicio pensamos el festival como un evento itinerante, para cada año estimular a la comunidad creativa de una región distinta del país. Por ello queríamos que el tercer festival fuera en el sur, y empezamos a trabajar desde 2012 con diputados y contactos del gobierno de Chiapas. Pero a pesar de la aparente buena disposición de inicio, el intercambio se iba volviendo más lento cada vez, y de pronto dejaron de contestar teléfono y correos electrónicos.

Para entonces habíamos recibido la petición tanto de Tamaulipas como de Jalisco para que realizáramos el siguiente festival en alguno de esos estados. En el caso de Tamaulipas, preparamos un proyecto y lo enviamos, pero ya no hubo respuesta. El caso de Jalisco es especial, pues cada año desde 2012 recibimos de alguien distinto la petición de hacer ahí el festival: o el gobierno estatal, o alguien de la Ciudad Creativa Digital, o algún otro organismo público o privado. Nunca decimos que no, pero ya aprendimos que, aunque quizá algunos puedan tener una intención sincera, termina estrellándose en demasiados intereses que se disputan el protagonismo y los recursos. En 2013 avanzamos mucho el proyecto para hacerlo en Guadalajara, y de pronto apareció “alguien” que dijo que Jalisco ya tenía un evento como el que nosotros hacíamos, y dijo que él se iba a encargar de realizarlo. Tuvimos que retirarnos con los avances que ya llevábamos.

Así que de pronto era marzo y aún no teníamos sede. Fue entonces que concluimos que la idea de un festival itinerante complicaba demasiado la continuidad. Además, para dificultarlo todo, acababa de entrar el nuevo gobierno federal, y las convocatorias que habían ayudado a fondear el evento en sus dos primeras ediciones, salieron tarde en el año, habían cambiado mucho y eran confusas.

Como aparentemente el gobierno de Coahuila había quedado entusiasmado con el proyecto, pensamos que quizá Torreón podía ser la sede definitiva. De hecho, en el catálogo de Ideatoon publicado en mayo de 2013, hablamos ya de “LagunaFest” en esos términos, pues habíamos avanzado las primeras pláticas y empezamos a trabajar en ese sentido.

Pero entonces vino la siguiente sorpresa: un funcionario de la delegación federal de economía en Coahuila, dijo que el festival de 2012 no había ocurrido en realidad (a pesar de la presencia de funcionarios federales –Proméxico- y locales –la secretaria de cultura había inaugurado el evento).

Con el tiempo hemos llegado a pensar que, quizá, aquel funcionario quería usar en otra cosa los recursos que habían apoyado al festival en 2012. No sabemos en realidad, pero el caso es que nos sumergió en un proceso kafkiano de documentación donde ni fotos, ni videos, ni notas de prensa eran evidencia suficiente. Resumiendo: el tiempo dedicado a “demostrar” que el evento había ocurrido, fue el doble del que nos llevó planearlo, producirlo y realizarlo. Fue hasta el mes de noviembre de 2013 (más de un año después) cuando finalmente nos informaron que habíamos concluido el proceso de “validación”.

Y por supuesto que, sumando esta situación a los otros problemas mencionados al principio de este artículo, terminamos tan desgastados y desmotivados que pensamos que quizá México no era lugar para una iniciativa como Pixelatl.


Nota: La imagen que ilustra este artículo fue tomada de Comisión Mexicana de Filmaciones, y está marcada para su libre reutilización no comercial.


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