Metiéndonos el pie
07-10-2018 - Jordi Iñesta | @inesta23
Metiéndonos el pie
| Bitácora | Filosofía|
1.
Hace cuatro años el director de un estudio nos platicó que, a punto de firmar con una empresa internacional para prestarle servicios, se rompieron las negociaciones porque otra empresa mexicana acababa de firmar con la empresa internacional para otro proyecto, pero exigiendo en una de las cláusulas del contrato que toda relación con cualquier estudio mexicano tenía que ser mediada por ellos.
Nosotros como Pixelatl ya habíamos vivido una situación similar un año antes, con un representante de una cadena internacional que, tras haber mostrado interés en colaborar con nosotros (en particular para el segundo ideatoon), de pronto dejó de contestarnos correos y llamadas, para luego explicarnos que habían firmado un contrato con una empresa mexicana, y que una de las cláusulas decía que no podían trabajar ni colaborar con ningún mexicano sino a través de ellos.
Esto es lo que coloquialmente se conoce como “ser gandalla”: utilizar una posición de poder para cerrar posibilidades a otros, buscando quedarse con todo.
2.
En el festival de Otawa de hace cuatro de años, un mexicano se presentó como el director de CutOutFest siendo que ni siquiera figuraba entre los organizadores del festival de Querétaro. Al poco tiempo nos enteramos que una mexicana iba a dar una conferencia en un evento en Reino Unido… y cual fue nuestra sorpresa al descubrir que se presentó como la directora de Pixelatl (eso decía su semblanza en el programa, y así la presentaron antes de iniciar la charla). Cuando le reclamamos (porque para su mala suerte estábamos presentes), nos dijo que no era su culpa, sino que había sido alguien de su equipo (¿qué subalterno le atribuiría a su jefa un cargo que no ostenta sin que la jefa se entere? ¿Y por qué no lo aclaró en el evento cuando la presentaron?).
Y frecuentemente algunas personalidades internacionales nos cuentan que los contactan haciéndose pasar como Pixelatl (o siendo lo suficientemente ambiguos para que así parezca) para que vengan a México… a un evento que nosotros no organizamos. Ahora mismo está pasando.
Estas prácticas ya no son gandallismo, sino otro fenómeno que podríamos nombrar “chacalismo”: sacar provecho de victorias ajenas, igual que el animal carroñero que es capaz de comerse a sus crías con tal de sobrevivir.
3.
Y también está esa práctica de calumniar a la competencia: uno de nuestros patrocinadores nos comentó que había recibido llamadas de otro festival de cine pidiendo apoyo, y cuando le dijeron que ya nos estaban apoyando a nosotros, la respuesta del otro festival fue decirles que en realidad Pixelatl era un festival pequeño y sin influencia, y que “vendíamos” lo que no éramos. El patrocinador, afortunadamente, ya había asistido a nuestro evento, y sabía que lo que decía nuestra presentación para patrocinadores estaba plenamente sustentado, pero no tenemos modo de saber si el caso se repitió con otros que sí lo creyeron.
4.
También está muy extendido el faroleo (bluffing). Por ejemplo, hay una persona que se presenta como “productora de más de 200 cortos”. ¿Quién en el mundo puede afirmar haber producido 200 cortos en toda una vida? Ahora bien, como tiene 35 años, eso significa que ha producido diez cortos por año ininterrumpidamente ¡desde que tenía 15 años!
Esta práctica afecta a toda la industria de nuestro país: cuanto tuvimos las primeras visitas a Quebec para tratar de establecer alianzas, algunas empresas se negaban a trabajar con México por una experiencia de una de ellas, que contrató a un estudio mexicano por habilidades que presumían en su portafolios, pero que luego en las entregas (que además fueron tarde) se evidenció que no tenían. Investigando más, resultó que en el portafolios que había presentado la empresa para venderse había añadido trabajos de otras personas.
Nosotros como Pixelatl tenemos muchos problemas para lograr patrocinios, porque otros festivales de cine se presentan con figuras como 600 mil asistentes ¡cada año!, frente a las cuales nuestro modesto número de 3,000 suena ridículo. Pero… ¿cuántos eventos en México -de cualquier tipo- pueden acreditar realmente una asistencia de más de medio millón de personas? ¿Por qué los mercadólogos de las empresas no se cuestiona esas cifras tan fantásticas?
¿Qué nos pasa?
Historias de terror de este tipo se multiplican con los años y se dan a todos los niveles. Entre burócratas que dicen apoyar a la industria cuando sólo apoyan a sus amigos, entre estudios que hablan mal de otros para ganar un contrato… o personas que llegan a nuestro festival y exigen entrar sin pagar ostentando un nombre o una trayectoria o una influencia…
Y si ahora las contamos, es porque de esta manera queremos retomar una reflexión que se quedó trunca -precisamente porque un funcionario de gobierno, con la excusa de “justificar internamente” un apoyo que la institución gubernamental se había comprometido a darnos, le dio el recurso a otra empresa que además trató de apropiarse de Ideatoon. El embate nos desbalanceó tanto -económica y anímicamente- que varias cosas se quedaron a la mitad en aquel momento, incluyendo esta serie de artículos.
Pero creemos que es muy necesario retomar la reflexión sobre los factores que inhiben el desarrollo de nuestra la industria. No para deprimirnos sino, al contrario, entenderlos para intentar superarlos.
Las malas prácticas descritas hasta ahora (gandallismo, chacalismo, calumniar a la competencia y farolear), nos restan competitividad frente a industrias de otros países, pero sobre todo destruyen a la industria en su conjunto inhibiendo además el desarrollo de nuevos estudios y talentos. Nosotros las agrupamos en lo que hemos denominado Factores de Mercado que inhiben el desarrollo de la industria. No son los únicos en esta categoría, y los abordaremos de manera más esquemática (junto con los factores que llamamos “sistémicos”) en los siguientes artículos de esta serie.
Pero antes, una nota final: No queremos dejar la idea de que todos los estudios en México son así. Al contrario, son muchos (y cada vez más) los que trabajan bien, bajo otra cultura de sana competencia. Y que legítimamente se van ganando poco a poco un lugar cada vez más destacado no sólo en la industria mexicana, sino internacional -abriendo además brecha para muchos otros que vienen detrás.
Nosotros creemos que ese es el mejor modo de enfrentar las malas prácticas del mercado: trabajando más y siendo mejores cada vez, hasta el punto de que queden evidenciados y en ridículo quienes no saben competir. Nosotros en eso estamos.
Pero si además nos juntamos quienes creemos en la cooperación, la ayuda mutua y la competencia legítima, podremos contra cualquier adversidad, incluso aquellas que infringen otros mexicanos.