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Cambiar el mercado

14-11-2018 - Jordi Iñesta | @inesta23

Cambiar el mercado

| Bitácora | Filosofía |
Nota: Este es el quinto artículo de una serie de cinco. Revisa el artículo anterior No queremos crecer. O salta al primer artículo de la serie El camino para que nuestra industria despegue

En los artículos anteriores de esta serie -en la que buscamos esquematizar los factores que inhiben el desarrollo de nuestra industria-, hemos categorizado ya los factores sistémicos y los culturales. Siendo ambas categorías ámbitos generales de nuestra sociedad, la incidencia que podemos tener en ellas es más limitada -y, en todo caso, sus resultados son de largo plazo.

En cambio, los factores de mercado -que abordamos en este quinto artículo de la serie-, son mucho más cercanos y, por la misma razón, es mayor la posibilidad de irlos transformando. No digo que fácil, pero la evidencia demuestra que sí posible. En cada factor añadimos una nota sobre lo que creemos que hay que hacer -o que de hecho ya estamos haciendo- para superarlo.


Las malas prácticas

En el segundo artículo de la serie ya describimos de modo anecdótico una serie de prácticas anticompetitivas que están presentes en algunos estudios y creadores -o que se ostentan como tales. Sólo los mencionamos a modo de repaso, pero ya no nos detenemos. Hablamos de chacalismo, gandallismo, el faroleo y la calumnia.

Todas estas prácticas abonan a la desconfianza -y desmotivación- de quienes participamos de la industria, y tal como ilustramos en el segundo artículo, las repercusiones pueden llegar al grado de cerrarnos mercados en otros países. El camino para que nuestra industria despegue, pasa por desterrar estas prácticas, y rechazar a aquellos que las mantienen. ¿Y cómo hacerlo? Nosotros creemos que el camino pasa por convertirnos en una verdadera comunidad creativa, con un nuevo espíritu de competencia colaborativa.


Falta de cultura meritocrática

Ya hablamos de que en nuestro país tuvimos una economía semi-cerrada que deformó el mercado en términos generales. Una de las repercusiones de dicha condición, es la práctica de apoyar al amigo antes que el mejor proyecto (alguien lo llamará compadrazgo o amiguismo).

Esto sucede en todos los ámbitos sociales. En nuestra industria es un gran obstáculo, dado el tamaño de las inversiones económicas requeridas para el desarrollo de una propiedad intelectual. Si no se apoya a los mejores proyectos, entonces hay menos posibilidad de retorno de inversión (tal como sucede ahora) y no se generará el círculo virtuoso que permita más oportunidades para todos.

Y desde el punto de vista individual, en el interés de un creador debería estar, por encima de su ego, el lograr una propiedad que triunfe en el mercado, aunque ello implique que no sea esa de la que ahorita está enamorado… No importa qué tanto queramos y valoremos lo que hemos hecho, la mejor propiedad que podemos hacer aún no la hemos creado.

En ese mismo sentido (de domar el ego personal), hay que entender que un gran creador no es necesariamente el mejor director o story supervisor para sus propiedades: para lograr una propiedad exitosa en el mercado, es muy probable que haya que dejar que otros que son mejores tomen el timón de lo que creamos.


Canibalización del mercado

Es una de nuestras primeras hipótesis, porque al entrevistar a cualquier creador se hace evidente.

El abaratamiento de los medios y herramientas de producción permitió que muchos pudieran diseñar o producir sin la formación académica que antes era necesaria. Por un lado, esto es bueno, pues más personas pueden generar contenidos. Sin embargo, en México tenemos un mercado que en realidad es pequeño frente al tamaño de la población (por las brechas económicas descritas en el tercer artículo), y la repentina sobreoferta hace que para un diseñador o artista (o un estudio de animación o diseño) sea difícil cobrar precios justos de acuerdo con su trayectoria.

Pensamos que el tiempo y las buenas prácticas (entregas a tiempo y con la calidad ofrecida) poco a poco ayudarán a ordenar mejor el mercado (y a estandarizar tabuladores), pero mientras eso sucede, es necesario abrir nuevos nichos para que como creadores profesionales podamos subsistir. Y sí, también buscar clientes en el extranjero.


Complejo de inferioridad

Igual sucede entre quienes vienen de una condición socioeconómica más limitada ante otros con una mejor condición, que de casi todos frente a cualquier creador extranjero.

“Es que nadie puede competir con Estados Unidos”, nos decía un funcionario público en 2015 (ya lo platicamos en otro artículo). Pero la realidad es que son muchos los mexicanos -de todas las condiciones- que están logrando construir sus carreras en el extranjero. Y no se les regaló su lugar, sino que lucharon por superarse y lo ganaron compitiendo con creadores de todo el mundo.

Y además, la verdad es que en nuestro festival hasta los ejecutivos extranjeros más importantes (y normalmente inaccesibles) terminan carnaleando con todos cuando logramos el ambiente propicio para ello.

Esto no quita que no debamos esforzarnos más para superar condiciones adversas. En particular, una piedra de la que cojeamos es la capacidad de expresarnos y comunicarnos (en inglés, pero también en español) de una mejor manera (o que al menos nos haga sentir seguros de nosotros mismos). Pero fuera de la necesaria mejora continua, debemos quitarnos el resto de las telarañas de la cabeza.

Todos, hasta el más fifí, por hablar de un término de moda, es humano y en el fondo tiene miedo.


La mediocridad autocomplaciente

Tras decir lo anterior, es importante no caer en el otro extremo. Con la frase “mediocridad autocomplaciente” hemos nombrado a una característica que descubrimos frecuentemente entre los creadores, que son en extremo críticos del trabajo de otros, pero condescendientes con sus propios defectos y fallas -o las de sus amigos.

La industria funciona si un proyecto está bien hecho y es atractivo para la audiencia, y esto sólo sucede si hay calidad en la realización y un buen entendimiento del mercado. Encontrar justificaciones a los errores y las cosas mal hechas, no las va a hacer funcionar en el mercado. Si está mal hay que reconocerlo. O mejor: hay que hacerlo bien -y a tiempo. Esto nos lleva también a la necesidad de profesionalizar el sector, lo que también ayudará a combatir la canibalización del mercado descrita antes.


Fuga de talentos

Al tener condiciones tan adversas en nuestro país (y además siendo vecinos de la meca del entretenimiento en occidente), muchos de nuestros mejores creadores terminan trazando su carrera en el extranjero, y migrando para perseguir sus sueños.

Esto puede cambiar en la medida de que aquí podamos ofrecer mejores condiciones, lo que no es un panorama halagüeño en el corto plazo. Sin embargo, a medida en que nos fortalezcamos como comunidad creativa, aún quienes emigran mantendrán lazos y afectos, y apoyarán del modo que puedan cuando se necesite.


A modo de conclusión

Leer toda la serie de artículos sobre los factores que inhiben nuestra industria puede llegar a deprimir, pues tenemos condiciones difíciles y son enormes los retos como sector. Y sin embargo es necesario reconocer que las cosas van cambiando, así sea poco a poco. Que cada vez somos más los que trabajamos de cuerpo y alma por desarrollar la industria adoptando una nueva cultura de competencia colaborativa.

Si bien, como dijimos al principio de la serie, es indispensable entender el tamaño de los retos que enfrentamos -y por eso pensamos necesario dejar constancia en la bitácora de estos factores inhibidores que hemos mapeado-, en la investigación y los análisis subsecuentes también hemos encontrado factores que promueven el desarrollo de la industria -y que son la brújula que seguimos en Pixelatl para nuestras diversas estrategias. Y la buena noticia es que muchos de ellos ya están presentes en nuestra comunidad. El próximo año arrancaremos con una nueva serie de artículos donde platicamos de ellos.

Por lo pronto piensa que, si a pesar de las adversidades hemos llegado a donde estamos, con logros tangibles que se van multiplicando año con año, es sólo cuestión de seguir empeñados para, juntos, transformar estos factores inhibidores en otros que sean nuevas oportunidades para todos.

Lo mejor está por venir.



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