Cada buena acción es sedición
27-02-2022 - Jordi Iñesta | @inesta23
Cada buena acción es sedición
En este contexto egoísta, ver por el otro es una pequeña rebelión.
La resistencia se encarna en batallas cotidianas: algo ganamos en cada decisión correcta.
| Filosofía | Manifiesto 2022 |
Es época de gran transformación. Parece que los arreglos que mantuvieron estable al mundo las últimas décadas, ya dieron de sí. De pronto aparecen actitudes pendencieras que se consideraban incivilizadas, que ya creíamos superadas. Y hay quien las aplaude y admira y reivindica.
El resentimiento se volvió natural, incluso en sociedades que se consideraban estables.
Porque, aunque nunca en la historia se avanzó tanto en la lucha contra el hambre y los avances en ciencia y tecnología trajeron nuevos niveles de acceso a información y bienestar, (o quizá precisamente por ello), la gran desigualdad se volvió lacerante, intolerable.
Por otro lado, el ritmo de nuestra sociedad de consumo, ese desarrollismo que buscaba enriquecer las naciones y terminar con las pobrezas, ha tenido grandes costos ambientales y una degradación de ecosistemas con consecuencias graves, de magnitudes aun por verse.
Las narrativas de políticos y dirigentes dejaron de debatir en torno a la construcción de soluciones, y se volvieron binarias, ocupándose sólo de señalar culpables y tratando de orillarnos a tomar partido para promover el suyo, medrando con nuestro miedo y padecimientos.
Pero en este caos global hay algo que permanece claro como el agua: no es el odio ni el resentimiento lo que va a salvar al mundo.
Sólo que en la vida cotidiana no tenemos mente para nada de esto: es la necesidad propia y de los nuestros lo que ocupa nuestro pensamiento. Es el dolor por los cercanos lo que nos sacude y conmueve.
La resistencia
Nos equivocamos cuando esperamos que sean los gobiernos y los jerarcas económicos y los líderes quienes se conmuevan por el dolor de los ninguno.
Sí, es época de mucha confusión. Por eso conviene detenerse un poco. Tratar de salirnos de esas mentirosas épicas que se pretenden globales. Y mirar lo que tenemos cerca, en nuestra arena, en la pequeña escala de cada uno. Donde podemos hacer diferencia.
Porque hay algo más que sí sabemos: si estamos vivos ha sido por la generosidad de otros que nos cuidaron cuando pequeños, que velaron por nosotros, que trataron de que aprendiéramos.
En la mayoría de los casos fueron nuestros padres quienes, con virtudes y defectos, con aciertos y equivocaciones, intentaron darnos lo necesario (o al menos lo que pudieron) para permitirnos crecer y avanzar y traernos hasta hoy.
El mundo se ha sostenido y avanzado gracias a esos millones de anónimos esfuerzos pequeños pero cotidianos, a esa apuesta por el futuro que a diario hacen millones por cuidar y ayudar a los suyos. Así es como se ha mantenido y avanzado la civilización.
Por eso, cada vez que decidimos hacer lo correcto, estamos haciendo avanzar al mundo. No en la fantasía épica de quienes pretenden tener la respuesta para todo, sino en el mundo real, el de las faenas diarias y las angustias por quienes queremos, el que de verdad importa.
Tan sólo decidir hacer lo correcto día con día, ayudando, en la medida de nuestras posiblidades, a aquellos que tenemos cerca o nos topamos en el camino, está salvando el mundo.
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